noviembre 29, 2005

Limites Vitales.

Nunca supe lo que había entre nosotros dos, teníamos una extraña amistad que se balanceaba sobre algo mas que no acaba nunca de arrancar. Quizás eran imaginaciones mías, quizás no. Quizás solamente fuera atracción animal, o quizás era un cariño fraternal, pero el caso que nunca había estado seguro, así que nunca había hecho nada pare averiguarlo. Mi corazón ya había sufrido bastante y prefería dejarlo en un dulce interrogante que me permitiera soñar en aquellas frías noches, en las que la soledad en mi cama se hacia insoportable.

El caso es que hacia semanas que no sabía nada de ella, y de repente había recibido esa extraña misiva que me citaba con urgencia a vernos en aquel lugar. Nuestro lugar.

Era tarde, no llevaba reloj, pero el latir rítmico de la actividad de la ciudad se podía interpretar igual de bien que las manecillas de un reloj de pulsera. Como todas las esperas, el tiempo pasaba lentamente, y las preguntas sobre que quería de mi no paraban de resonar en mi cabeza, divagando, me estaba volviendo loco. Para dejar pasar el tiempo mire hacia el otro lado de la calle, buscando distracción para hacer la espera mucho mas llevadera, pero no había nada que estimulara mi mente a que abandonara mis impaciencias. Únicamente un restaurante chino llamado el "Limon alegre". ¿Quién demonios le ponía nombre a los restaurantes chinos?

Cuando gire la cabeza y la vi llegar, no podía hacer nada, solo observar como se iba acercando con esa sonrisa tan característica suya que era capaz de parar un tren. Siempre que la veía perdía los papeles y me entraba un desasosiego que era incapaz de controlar, era igual que asomarse a un precipicio. No, era peor que eso. Desprendía una luz que iluminaba todo aquello que lo rodeaba, nadie ni nada se quedaba indiferente a su paso, a veces me preguntaba de donde sacaba esa fuerza.

Yo era como ella, pero su brillo tenia una intensidad tan fuerte que era capaz de eclipsar mi aura, entonces yo dejaba de brillar y no podía hacer otra cosa que ocultarme asustado en mi caparazón para que nuestras esencias no se mezclaran. Nunca había entendido a que tenia miedo, así que en ese momento decidí que debía ser un objetivo vital descubrir porque, el problema era por donde empezar a tirar del hilo. Respire hondo, dos o tres veces, y salte al vació sin paracaídas.

1 comentario:

Spicouc dijo...

Quina gran sensació el salt al buid, on cauràs? mires amunt i veus cel, infinit, llum, en canvi si mires aball veus cada vegada més i més a prop el terra, la realitat, i una vegada xoques amb aqueta que fas, res més senzill que afrontar-la.
Et tranquilitzes, t'aserenes, t'armes de valor, t'encens un piti i ataques amb un "que és de la teva vida?".kz