Me desperté. Me arranco de la paz del sueño con su sonido estridente e indiferente de mi despertador, medio roto, anciano y destartalado, sigue cumpliendo su maldita función. Al abrir mis ojos, mi boca soltó la frase: “Que pena que esto se acabe” y aunque lo pueda parecer, no me estaba refiriendo al placer de dormir y descansar abrazado por el nórdico, sino a la vida en general. No recuerdo que soñé esa noche, ni siquiera se porque pensé esa frase. Me levante para enfrentar mi extraña y personal rutina, y todo transcurrió con absoluta monotonía. La única mota de color la dio la persona, bien, seremos sinceros, el marrón que me había caído, una visita inesperada y no deseada, pugnaba por romper mi deseos de disfrutar de mi rutina. Por la noche, disfrutando de un tinto mi pensamiento antes de volver a caer en los brazos de Morfeo fue: que lastima que cueste toda una vida aprender a vivir. Si, de alguna forma las lecciones mas importantes sobre uno mismo, sobre lo que nos rodea, tarda demasiado en llegar, y en el momento en que ya sabes como funciona todo, ya toca cambiar, toca volver a la nada. Ciertamente, creo que la vida es tan bonita, porque es muy zorra. Fue un día redondo, empezó y acabo con un pensamiento temprano.
marzo 12, 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)